"Toda buena accion recibe su merecido castigo"

domingo, 7 de mayo de 2017

LA VIDA DE JUANCHO

Este es uno de los primeros cuentos que escribi....lo tenia ya casi olvidado, asi que hoy lo rescate

LA VIDA DE JUANCHO

Hola, pueden llamarme Juancho. Mi verdadero nombre no voy a revelárselos, además  creo que  ni siquiera les interesa conocerlo. Me considero a mí mismo como un pensador, una especie de filósofo.

Tengo una gran  facilidad para hacer amigos, en general ellos vienen a visitarme de vez en cuando, pero raras veces voy a verlos yo.  Cuando conozco a alguien, es como un instinto: casi en el acto me doy cuenta si podremos ser amigos o no.  Cuando sí, mi amistad es  sincera, afectuosa  y sin vueltas,  de verdad, soy capaz de dar todo por un amigo. Cuando no,  simplemente  los  evito, me alejo, aunque ellos quieran hacerse los simpáticos conmigo.

Ya les dije, no soy muy aficionado a la actividad física, correr un rato a las mañanas  por el parque está bien y es suficiente para mí.

Debo reconocer que mi vida fue siempre desahogada, nunca necesité ir a una fábrica o una oficina, siempre tuve una buena casa para dormir y protegerme del frío y del mal tiempo, y jamás me faltó la buena comida. Me gusta pasear en mi auto o caminando muy lentamente por las calles de mi barrio.

Pero lo que más me gusta es observar y estudiar las cosas y la gente. Me paso las horas frente a la ventana del balcón, y veo todo: La gente que corre apurada,  en realidad creo que ni siquiera saben porqué están tan apurados, los preocupados, los que van por la vida alegremente (que desgraciadamente son muy pocos), los que se ven obligados a vivir en las calles , pasando todo tipo de privaciones y sufrimientos.

 Los miro y los estudio a todos.

Me gustaría poder decirles “amigos, no corran sin sentido, no vivan amargados, aprendan a disfrutar de las cosas de la vida, aunque sean pequeñas, como las flores, las mariposas y los días de sol”.

Muchas veces se los grito desde mi balcón, pero creo que nadie me entiende cuando se los digo y eso es, quizá, lo único que me provoca tristeza en mi vida.

Bueno, basta de meditar y tratar de arreglar un mundo sin arreglo.  Ya es hora  que mi  buena amiga Martha, que  nos conocemos y queremos desde  que yo era muy chiquito y por la cual daría hasta mi vida, me dé mi comida y después me ponga la correa así salimos a caminar un rato  hasta la placita  de mi barrio.

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